by Oscar Cano

Cambio De Paradigma 80/20.

C

Estar ocupado suele ser una excusa para evitar las pocas acciones incómodas que de verdad importan.

Nos convencemos de que vamos agobiadísimos de trabajo, y de que no paramos en todo el día, pero pasamos por alto la de veces que visitamos nuestra bandeja de entrada del correo electrónico esperando ese milagroso mensaje que cambiará nuestra vida, tenemos conversaciones telefónicas innecesarias, por no hablar de esas reuniones inútiles que se acostumbran a celebrar en muchos centros de trabajo. Dejo a un lado Facebook, Twitter, Linkedin, WhatsApp, y todo lo que acarrea un smartphone.

Siempre podré ordenar mejor mi lugar de trabajo, llamar a cientos de potenciales clientes que nunca se interesarán por lo que vendo, u organizar los contactos de mi Gmail, de forma tal que cada correo vaya directa e indefectiblemente a la carpeta adecuada. No nos engañemos. Pasamos ocho horas en el lugar de trabajo para hacer lo que se podría tardar 3 horas (y a lo mejor hasta soy generoso).

Para un autónomo, freelance, emprendedor o como lo quieres llamar (el que no trabaja por cuenta ajena) es obligatorio conseguir más haciendo menos. También para los que tranbajan para otro, pero aquí no me voy a centrar en ellos.

Eficaz frente a eficiente.

Ser eficaz es hacer cosas que te acerquen a tus metas, mientras que ser eficiente es llevar a cabo una tarea determinada (independientemente de que sea importante o no) de la manera más económica posible. Ser eficiente sin pensar en la eficacia es el modo en que el universo funciona por defecto.

Dos ideas debemos tener claras:

1. Hacer algo intrascendente a la perfección, no lo convierte en importante.

En el caso de los abogados como yo, serían los dichosos escritos de trámite. O.k. Hay que hacerlos. Pero ese tipo de tareas deben mecanizarse y agilizarse al máximo porque no serán las que me hagan dar un salto de calidad en mi profesión. He visto abogados (en el pasado yo mismo) poner auténtico esmero en confeccionar un escrito para acompañar un documento o pedir un aplazamiento.

2. Que una tarea requiera mucho tiempo no la convierte en importante.

Lo que hacemos es infinitamente más importante que cómo lo hacemos. La eficiencia sigue importando, pero es inútil si no la aplicamos a lo correcto.

Pareto 80/20.

Vilfredo Pareto, economista y sociólogo de finales del siglo XIX y principios del XX, se hizo famoso por una ley de distribución de los ingresos que más tarde llevaría su nombre, y que hoy en día se conoce también como el «principio del 80/20». Le sirvió para para demostrar una distribución extremadamente desequilibrada pero predecible de la riqueza en la sociedad. Es decir, el 80% de la riqueza y los ingresos los producían y estaban en manos del 20% de la población, habiéndose aplicado ello después en otros ámbitos distintos del económico.

De hecho puede encontrarse casi en cualquier parte:

· el 80% de los guisantes del jardín de Pareto salían del 20% de las vainas que había plantado;

· el 80% de la producción procede del 20% de los insumos;

· el 80% de las consecuencias se deriva del 20% de las causas;

· el 80% de los resultados procede del 20% de los esfuerzos realizados y del tiempo invertido;

· el 80% de los beneficios de una empresa proviene del 20% de sus productos y clientes.

· el 80% del total de ganancias obtenidas en la bolsa, va a parar al 20% de los inversores y tiene su origen en el 20% de los valores de una cartera individual.

La lista es infinitamente larga y variada, sin que sea extraño encontrar proporciones de 90/10, 95/5 o 99/1. Pero como mínimo hay que buscar el 80/20.

Podemos diseccionar nuestra vida profesional y personal desde dos ópticas:

1. ¿Qué 20% de causas son responsables del 80% de mis problemas e infelicidad?

2. ¿Qué 20% de causas producen el 80% de mi felicidad y deseos cumplidos?

La finalidad es encontrar dónde están nuestras ineficiencias para eliminarlas, y detectar nuestras fortalezas para multiplicarlas.

Tras hacer este ejercicio, Tim Ferris explica que se percató de que el 3% de sus clientes le proporcionaban el 95% de sus ingresos, y de que sin embargo dedicaba el 98% de su tiempo a perseguir al resto, dado que ese 3% hacía pedidos regulares sin ningún tipo de llamadas de seguimiento, persuasión o engatusamiento. Total, que estaba trabajando porque sentía que tenía que hacer algo de 9 a 17 horas, sin darse cuenta de que ello sólo respondía a la estructura horaria aplicada por la mayoría, con independencia de si es necesario o no.

Debemos tomar consciencia de que la mayoría de las cosas que hacemos no cambian nada.

Mantenerse ocupado es una forma de pereza (pensamiento perezoso y acciones indiscriminadas). Sentirse abrumado suele ser tan improductivo como no hacer nada, y es mucho más desagradable. La productividad llega siendo selectivo. Haciendo menos. Centrándonos en lo poco importante e ignorando el resto.

Pero para lograr lo anterior primero debo descubrir que tareas son las que tienen más peso, y eliminar actividades. Esto forma parte del proceso. Es fácil dejarse arrastrar por un montón de nimiedades. La clave para no agobiarse es tener siempre claro que carecer de tiempo realmente es carecer de prioridades.

 

Photo Credit: Fotolia.

 

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Sobre el autor

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Soy Oscar Cano, abogado dedicado al Derecho de Familia, y Blogger jurídico con más de 1.500 artículos publicados, y escribiendo un post a diario desde enero de 2014.

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