Muchos de nosotros no tomamos nuestras decisiones de una forma consciente, y eso lo pagamos muy caro.
La mayoría de las personas acaba sufriendo lo que Anthony Robbins llama “el síndrome Niágara”, que podríamos también definir como aquello del “ir a salto de mata”. Lo que en catalán se dice “n’ha fent”.
La gente, de joven, hace botellón porque toca, luego tiene novio/a porque toca, se casa o vive en pareja porque toca y tiene hijos porque toca. Ya se va encargando de recordarnos la sociedad, en forma de cuñados, aquello de que se nos pasa el arroz para todo.
Pero hay que distinguir entre alcanzar objetivos y vivir los propios valores.
Al final, aunque sea desde muy adentro, sentimos que algo falla. Que por algún motivo no encontramos la plenitud. Que esto no es lo que esperábamos para nosotros a estas alturas a pesar de tener salud, un buen trabajo, una mujer/hombre nos quiere, un hijo al que adoramos, una hipoteca…. No obstante, ¿realmente la colección de decisiones nos ha llevado a ese punto ha sido consecuente con nuestros valores, pasiones, etc …., o ha sido todo un “ir haciendo” no muy consciente o directamente inconsciente?
«Es en los momentos de decisión cuando se configura el propio destino». Anthony Robbins.
La vida es como un río al que muchas veces se salta sin haber decidido realmente dónde se quiere ir a parar. Pronto te empieza a arrastrar la corriente en forma de acontecimientos, temores, desafíos… Cuando se chapotea en el agua no se decide conscientemente a dónde se quiere ir, o cuál es la dirección correcta. Nos limitamos a “dejarnos llevar por la corriente”. Nos convertimos en parte de la masa de gente dirigida por las circunstancias, en lugar de por nuestros propios valores o lo que realmente nos gustaría hacer en la vida. Aquello que nos pone y apasiona de verdad. Nos sentimos fuera de control. Permanecemos en estado inconsciente hasta que un buen día nos despierta el estruendo del agua, para descubrir que nos encontramos a pocos metros de las cataratas del Niágara, en un bote sin remos.
De golpe nos damos cuenta, pero ya es demasiado tarde. Se cae irremisiblemente por la catarata, y la caída que puede ser emocional, física, económica… pudiéndose haber evitado tomando mejores decisiones cuando aún estábamos corriente arriba.
Necesitamos planificar por adelantado. Saber hacia dónde queremos dirigirnos realmente. Debemos hacernos un mapa o un plano para poder tomar decisiones adecuadas a lo largo del camino.
El haber funcionado durante tanto tiempo así, ha hecho que nuestro cerebro haya construido un sistema interno para tomar decisiones. Un sistema que actúa como una fuerza invisible que dirige todos nuestros pensamientos, acciones y sentimientos, tanto buenos como malos, y cada uno de los momentos de nuestra vida. Controla todas nuestras valoraciones y juicios, hallándose impulsado en buena medida por el subconsciente.
La mayoría de la gente jamás ha puesto en marcha este sistema de una forma consciente, sino que el sistema se ha ido configurando a lo largo de los años mediante fuerzas tan diversas como los padres, los compañeros del colegio, los amigos, los profesores, la televisión, los anuncios, las modas y la cultura en general, de forma que han ido forjando nuestras creencias esenciales, valores vitales y estados emocionales que experimentamos en cada momento. Como resultado de las sinergias de todo ello nos vemos impulsados o nos detenemos ante una determinada acción, nos preocupamos o no y lo hacemos de unas cosas y no de otras, nos sentimos amados o rechazados, nos consideramos más o menos exitosos y felices, y hacemos lo que hacemos y dejamos de hacer algunas cosas que sabemos que necesitaríamos hacer.
La buena noticia es que podemos cargarnos ese sistema. Coger el mando del mismo y lograr tomar decisiones conscientes en cualquier momento de nuestras vidas. No tenemos por qué permitir que la programación de nuestro pasado controle nuestro presente y futuro, y para ello debemos tener el control sobre tres decisiones en cada momento que determinan nuestro destino. Si no las controlamos no podemos disponer del mando de nuestra vida, y una vez controladas empezaremos a diseñar/esculpir nuestra propia experiencia.
Esas tres decisiones son acerca de:
· en qué enfocamos la atención;
· lo que significan las cosas para nosotros (aquí entrarían las creencias);
· qué hacer para llegar a los resultados que deseamos alcanzar.
Seguiremos.
Photo Credit: Fotolia.