Somos unos auténticos expertos en suprimir.
Nuestro cerebro pasa buena parte del tiempo tratando de dar prioridad a lo que debe prestar atención y a lo que no presta atención alguna o incluso “suprime”.
A nuestro alrededor suceden a la vez millones de cosas sobre las que podríamos enfocar la atención. Desde el flujo de la sangre por nuestras orejas, hasta la misma brisa del viento que notamos en nuestros brazos. No obstante, sólo podemos enfocar la atención consciente sobre un pequeño número de cosas a la vez, y nos vemos limitados por ese número sobre las que podemos enfocar la atención de forma simultánea.
En consecuencia, si nos sentimos tristes quiere decir que estamos suprimiendo todas las razones por las que podríamos sentirnos bien, y si nos sentimos bien es porque estamos suprimiendo todas las cosas malas en las que podríamos fijar nuestra atención.
Y aquí vuelven a tener gran importancia las preguntas. Podemos cambiar aquello sobre lo que está enfocando y suprimiendo una persona haciéndole una simple pregunta. Si alguien nos pregunta: “¿te sientes tan frustrado como yo con este proyecto?”, aunque yo hasta ese momento no me sintiera para nada frustrado, será fácil que a partir de ahí empiece a enfocar la atención sobre lo que hasta entonces había suprimido, y pase a empezar a sentirme mal.
Si alguien me pregunta: “¿Qué cosas malas hay en tu vida?”, por muy absurda que sea la pregunta es fácil que sienta el impulso de responder, y aunque no lo haga, la pregunta puede quedarse de forma inconsciente en mi mente.
Por contra si me preguntan: “¿Qué cosas buenas hay en tu vida?”, y mantengo el enfoque en responder a ello, es fácil que de inmediato empiece a sentirme bien, o al menos mejor, dado que la mente pondrá su navegador en “modo buscar cosas buenas”.
«Las preguntas son como el láser de la conciencia humana. Cambian aquello que suprimimos. Concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos. Aquello hacia lo que miramos es lo que encontramos.» (Anthony Robbins).
Las preguntas son como el láser de la conciencia humana. Cambian aquello que suprimimos. Concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos. Aquello hacia lo que miramos es lo que encontramos. Cuando buscamos piso o queremos comprarnos un coche, de golpe no dejamos de ver por todos los sitios carteles de “se alquila” o “se vende” en los balcones, así como coches de las marcas y modelos entre las que estamos barajando nuestra decisión.
Una pregunta que conviene tener siempre a mano, o como dice Anthony Robbins, una pregunta de calidad sería: “¿Cómo puedo aprender de este problema para que no vuelva a sucederme?” Esa pregunta me pondrá en disposición de encontrar los recursos capaces de impedir que el malestar del momento vuelva a repetirse en el futuro, en vez de caer en la lamentación el desasosiego, el autocastigo y el autosabotaje. Sin esa pregunta estaré suprimiendo la posibilidad de que ese problema se convierta realmente en una oportunidad.
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