Ni recuerdo cuando hice mi última entrevista de trabajo dado que hace tiempo decidí no esperar a que nadie me eligiera. Pero recuerdo que en un supuesto curso de formación para encontrar empleo que hice cuando era pipiolo, nos aconsejaban que, a la sugerencia del entrevistador acerca de que le dijésemos algún defecto que considerásemos que teníamos, debíamos o podíamos decir: “soy muy perfeccionista”.
Visto en perspectiva, que despropósito todo. Las entrevistas en si y ese absurdo consejo.
Muchos piensan que ser perfeccionista es una cualidad positiva, cuando resulta un auténtico lastre y una clara manifestación o mutación de nuestro fronterizo.
Buscar la perfección es, sobre todo, un freno a cualquier progreso que pretendamos. Lo perfecto es enemigo de lo bueno, y vale mil veces más una mala idea puesta en práctica que una genial en el cajón. Aquí también juega el 80/20 de Pareto. Cuando tu producto o servicio ya ha llegado a 80, es absurdo intentar buscar el 100, porque el trabajo y tiempo que te llevará llegar a ese ese 100 no va a ser valorado ni recompensado. La gente busca cosas buenas, no perfectas (entre otras cosas porque no existen). Busca solución a sus problemas.
La búsqueda de la perfección hace que pretendamos compararnos y estar a la altura de personas o empresas que probablemente nos lleven años de ventaja. Sus vidas están en una página y capítulo que, sólo milagrosamente, coincidirá con el nuestro, llevando al absurdo cualquier paralelismo. No puedo estar al nivel de alguien que me lleva un tiempo de ventaja, siendo precisamente ese tiempo el que ha necesitado para estar donde está.
Buscar la perfección facilita la procrastinación. La Web o el blog nunca estarán lo suficientemente bien para lanzarlos, ni el artículo que debo publicar tendrá todavía el nivel para ello. Como abogado puedo decir, que si continuo mejorando el escrito de recurso de apelación, probablemente no haré lo que debo hacer, que es presentarlo. Dudo que a mi cliente le guste un pelo que le diga que se me pasó el plazo porque me maté a buscar que su recurso fuese perfecto.
Si una idea sólo está en nuestra cabeza, no importa a nadie lo buena que sea. Sin embargo, otra menos buena ya será mejor por el mero hecho de estar en la calle, y podrá ser mejorada por un camino que ya ha iniciado. Nuestro lado oscuro hará que sólo veamos a nuestra creación o proyecto lo malo con el fin de frenarnos, llevándonos a pensar que haremos el ridículo mientras no sea algo mucho mejor. Pensaremos que no sabemos lo suficiente, y que quién somos nosotros para lanzar algo que pueda gustar o interesar ahí fuera. Puede que empieces a redactar una inmensa lista de no sé cuántos másters o cursos de especialización deberías hacer para, entonces sí, poder sacar ese proyecto sin riesgo alguno de ser un fraude para el público.
Que gran error. Hoy en día, más que nunca, necesitamos acción. Deja de leer libros, blogs y de ver tutoriales en Youtube. Eso sólo retrasa tu progreso. Ya sabes lo suficiente, te falta la acción. Yo ya he lanzado un par de blogs. Ninguno es perfecto y sé que nunca lo serán. Pero cuando los puse en marcha eran mucho peores. El iniciar algo, el tirarte a la piscina, hace que empieces a recibir el feedback, tanto positivo como negativo, y que en el día a día puedas ver los más nimios detalles que convenga mejorar. Si sólo está en tu cabeza, eso no es posible. Hay gente con mucho talento que malvive, incluso económicamente, porque porque todavía busca perfeccionar más aún su producto o servicio
Como dice Laura Ribas, el perfeccionismo creará ansiedad en ti y aniquilará tu autoestima, bajando tu ilusión y energía. El perfeccionismo te frena tanto que ni lo intentas, ya que parte de la premisa de que todo está mal, yendo, paradójicamente en contra de la intención perfeccionista, que es que hagas las cosas lo mejor posible. (…) el perfeccionista falla en su misión de mejorar las cosas y aniquila cualquier brote de creatividad.
Cuando notes que has caído en la trampa del perfeccionismo, declara victoria. Desde hoy debes saber que sólo quiere cargarse tu evolución. Quiere que no logres nada. Que te quedes en el malo conocido y que seas realista. Todo muy feo y gris.
Una vez que lo hayas identificado, deja de pensar en si todavía no es el momento o si necesitas mejorar o no estás preparado. Lanza, y mañana lo mejoras. No hay nada que mejorar si no lo empiezas, y tampoco hay nada perfecto.
El perfeccionismo no es más que la gasolina que hace prender la sensación de ineptitud, de tara, de defectuoso, de inadecuado, de ser torpe, estúpido, ridículo o feo y horrible. Te dices que eres una mierda, y te convences de que haces un favor al mundo quedándote en tu rincón de mediocridad sin osar despuntar. Siempre viendo solo la pega, el problema, el defecto, el contratiempo y nunca viendo el lado bueno de todas las cosas.
Desde el perfeccionismo nunca se llega, ni siquiera uno se acerca, a la perfección. Sólo existe el progreso desde la ejecución y posterior mejora de lo creado.
Si todo el mundo, siempre, hubiese buscado la perfección desde el minuto cero, nada de lo que hay hoy existiría. Todo son versiones mejoradas de un primer y tosco prototipo. Por lo tanto, ante un nuevo reto, piensa que estás engendrando la versión a perfeccionar del mismo. Ya sea una empresa, libro, familia, creación, carrera o tu vida misma, será normal que haya algunos fallos, y deberás estar abierto a escuchar críticas para irlo mejorando con el tiempo y el uso.
Te deseo un imperfecto y activo 2018.
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