Inevitablemente, un día no meditarás, no entrenarás o comerás comida basura.
Por mucho que nos mentalicemos, llegará un día que no cumpliremos.
Pero eso no será un motivo que nos impida cumplir nuestro objetivo. Como dice Isra: «Cada día es día uno» o como dice James Clear: «Nunca dejes que pase dos veces».
No somos perfectos. El riesgo sólo está en que ese día se repita, dado que de esa forma estaremos empezando a consolidar la pérdida de ese hábito o a poner los cimientos del nacimiento de un mal hábito.

Opera micro. Haz pequeño.
Tendemos a pensar que si hoy no podemos ir al gimnasio o no podemos entrenar una o dos horas no merece la pena hacer nada. Falso. Haz 10 flexiones, 10 sentadillas y 10 minutos de carrera continua. Difícilmente no encontrarás 20 minutos o media hora para hacerlo sin tener que desplazarte.
Con eso lograrás no hundirte. No machacarte diciéndote que has vuelto a las andadas.
Los malos entrenamientos suelen ser los más importantes. Con tan sólo hacer algo estarás haciendo algo enorme. No estarás agregando un cero.
No sólo se trata de lo que ocurre durante el entrenamiento. Se trata de ser el tipo de de persona que nunca falta a los entrenamientos.
Engánchate a este principio. Cumple con tu hábito incluso si no lo puedes realizar tan bien o tan completo como te gustaría. No entres en la dinámica del todo o nada. El problema no es fallar, sino pensar que si no puedes hacer algo perfectamente no deberías hacerlo en absoluto. Es mejor presentarse que no aparecer.
Ir al gimnasio durante cinco minutos quizá no mejore tu rendimiento, pero sí reafirma tu identidad. Estarás consolidando ser el tipo de persona que nunca falta a los entrenamientos, y créeme: eso es oro.
Imagen: Adobe Stock.
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