Cuando no somos buenos en algo, suele significar que no hemos entrenado o practicado lo suficiente. Ya sea una habilidad, especialidad profesional, hábito, deporte o hobby. Quizá no destacamos ni sobresalimos porque no estamos acostumbrados a hacerlo.
La solución es ir siempre a tope. No hay otro camino. Sólo una mentalidad así en trabajo, estudios, relaciones, etc… nos hará dar el salto necesario para salir de la mediocridad y alcanzar la grandeza. Fallar, decir no todas las veces que sea necesario, vivir intenso y empezar desde cero las veces que haga falta.
Pero aún así la adversidad, el fallo, el fracaso, la derrota, la crítica (bienintencionada o destructiva) y la tristeza y desazón aparecerán, puede que incluso de aquella forma que ya pensábamos imposible. Cuando crecemos hay momentos así, que no son más que obstáculos para llegar a ser esa mejor persona o profesional que todavía no somos. Aparecen para que, sorteándolos, aprendamos a ser mejores. Aparecen sólo para hacernos más fuertes y capaces para el siguiente desafío.
Lo que marca la diferencia no son los momentos en los que todo sale a pedir de boca, sino cómo nos sobreponemos a la adversidad en los momentos delicados. Si no somos capaces de gestionar el sabor de la más amarga derrota, no podremos avanzar a lo que realmente marca la diferencia en nosotros y en el resto.
La buena noticia es que podemos cambiar nuestro estado si controlamos nuestra propia mente. La clave es nuestro diálogo interno. La historia que nos contamos y nos creemos, y la acción que viene después.
De lo mejor que he leído últimamente, han sido dos cosas de Isra García:
· Cuantas más historias, de manera ansiosa, nos contamos a nosotros mismos sobre lo que hacemos mal, aquello en lo que no somos buenos, eso en lo que fallaremos, o las cosas que se convierten en defectos nuestros y de los demás, más fortalecemos el estado que genera sentimientos de deficiencia, insatisfacción y autosabotaje, conduciéndonos ha estados en los que nuestra capacidad estará muy por debajo de nuestras posibilidades.
Cada vez que revivimos una derrota pudiendo revivir victorias, reforzamos la angustia de no considerarnos merecedores o suficientes para tener lo que tenemos o ser quienes somos.
La búsqueda de reafirmación o validación, potencia nuestra profunda convicción de que somos peores de lo que pensamos. Potencia nuestra debilidad aunque sea de una forma inconsciente.
· Cuando buscamos reafirmación. Cuando pretendemos impresionar, buscar el like fácil, ser graciosos o devaluar a otras personas, contrariamente a lo que a primera vista podamos pensar, potenciamos la creencia subyacente de que no somos tan buenos como creemos o nos gustaría ser. El esfuerzo debe enfocarse en nuestro trabajo, y en reconocer y disfrutar nuestra propia competencia.
Siempre que nuestros esfuerzos, intentos, pensamientos o deseos estén liderados por la creencia de que somos menos de lo que somos, seguiremos siendo merecedores de nada. Seguiremos siendo indignos porque así lo estaremos permitiendo.
Artículos relacionados:
1. Es El Estado, No La Habilidad.
2. La Interpretación De Los Fracasos Es Determinante.
3. La Papelera De Villacampa.
4. Miedo a decidir
5. Creer o No Creer.