Como te dije aquí, las metáforas pueden cambiar el significado que asociamos a cualquier cosa. Pueden hacer cambiar aquello que vinculamos al dolor y al placer, y transformar nuestra vida con la misma efectividad con la que transforman nuestro lenguaje.
Debemos seleccionarlas con cuidado e inteligencia, buscando enriquecer nuestra experiencia de la vida y la de las personas que nos rodean, tratando de evitar las que nos limiten.
Un ejercicio fácil puede ser preguntarnos qué es la vida para nosotros. ¿Cómo la definiríamos?
La vida es un valle de lágrimas; la vida es dura; la vida es una mierda; la vida es maravillosa; la vida es un lindo viaje que tiene un principio y un fin; la vida es una bonita oportunidad; la vida es una travesía; la vida es una mala noche en una mala posada; la vida es disfrutar el camino sin pensar en el destino; la vida es un arcoiris, no sale si no hay días grises; la vida es carnaval; la vida es una ruleta rusa…
Es posible que tengamos más de una metáfora para describir la vida. En estados de ánimo sin recursos, probablemente la vida sea para nosotros una batalla, una guerra o un suplicio. Los hay convencidos de que aquí venimos a sufrir. Pero cuando nos sentimos bien podemos definirla como un regalo.
Una vez tengamos la o las respuestas debemos averiguar qué significa para nosotros que la vida sea así. Las metáforas nos dan poder o nos limitan. Si la vida es un escenario puede ser bueno porque significa que nosotros también podemos salir a escena y ser escuchados, pero también puede querer decir que siempre estamos actuando en vez de compartir nuestros verdaderos sentimientos. Se trata de revisar nuestras metáforas y discernir cuáles son sus ventajas y desventajas, y ver que nuevas metáforas podrían servirnos para sentirnos bien, felices, libres y capacitados.
Lo anterior aplica también a nuestras relaciones, parejas, negocios, trabajo, familia, …
Si estudiar es para mi hincar los codos, difícilmente lo identificaré con algo que me motive y resulte agradable. Quizás sería bueno optar una metáfora del tipo “aprender es como jugar”.
Debemos crear metáforas nuevas y más poderosas para cada ámbito. De entrada, podemos pensar cuatro o cinco cosas nuevas sobre la vida, como que la vida no es una guerra, ni un examen, sino un juego, un baile, un regalo, un picnic…, buscando así la mayor intensidad emocional positiva.
Tenemos que controlar nuestras metáforas, y crear nuestro propio mundo. Un mundo lleno de posibilidades y alegría.
Dominando el arte creativo de encontrar metáforas, de utilizar el vocabulario transformacional y de hacernos preguntas que nos capaciten, habremos dado un gran giro a nuestra vida, de la forma más sencilla.
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